¿Es Chile un país maderero, que aporta al cambio climático?
Según Isabella Plimon, directora de Tecnologías Innovadoras y Biotecnología del Ministerio de Sostenibilidad de Austria, “en el mundo tenemos la oportunidad de impulsar la economía verde a través del bosque y su madera”.
El gran paso de país forestal a maderero justamente se inicia cuando las empresas comienzan a innovar, creando productos apreciados por el mercado interno. Este salto requiere de la participación de todos los actores, públicos y privados, lo que implica mejorar aspectos relacionados con los ámbitos productivos, económicos y legislativos que permitan elevar la competitividad interna y, posteriormente, generar exportaciones.
Por otra parte, se requiere un cambio cultural para que la ciudadanía tome consciencia de que el bosque es uno de los principales patrimonios nacionales. En países como Suecia, Dinamarca y Finlandia, el árbol constituye un capital de culto, siendo el gran elemento constructivo de esas naciones.
En relación a su aporte al cambio climático, la madera es el único material de construcción cuyo uso ayuda a reducir el CO2 de la atmósfera, contribuyendo de esta manera a mitigar el cambio climático. Esto la convierte en la alternativa constructiva con la más baja huella de carbono. Por medio de la fotosíntesis, los árboles absorben a lo largo de su vida grandes cantidades de dióxido de carbono.
Según Isabella Plimon, directora de Tecnologías Innovadoras y Bioeconomía del Ministerio de Sostenibilidad de Austria, que visitó Chile recientemente, “un cambio hacia la bioeconomía en el mundo es la oportunidad de actuar contra el cambio climático e impulsar la economía verde a través del bosque y su madera. Ésta se fundamenta en tres pilares: un aumento de la eficiencia de los procesos productivos, el aprovechamiento pleno de todos los recursos renovables, incluyendo sus materiales de desecho a través del reciclaje de los mismos, y el uso al máximo las fuentes de energías limpias”.
Por tanto, en Chile existe una oportunidad a través de su recurso forestal de 17 millones de hectáreas, siendo el 86 por ciento bosque nativo. Las áreas silvestres protegidas alcanzan el 19 por ciento del territorio nacional, existiendo seis veces más bosques naturales que plantaciones.
Por su parte, el consumo de madera en trozas, es decir, pulpa, madera aserrada, tableros y chapas, astillas, y otros, se ha elevado desde 26 mil m3 en 2010 a más de 40 mil m3 en 2017, de acuerdo a Infor. En relación a la elaboración de valor agregado, en los últimos años algunas empresas han comenzado a desarrollar innovación de productos, creando nuevos revestimientos, cielos reciclables e hidrófugos y el verdadero boom del mercado que son los pisos de madera, revolucionando la oferta con superficies exteriores de más de 100 años de durabilidad y sin deformaciones.
La demanda está forzando a las empresas medianas y pequeñas hacia el diseño de soluciones desafiantes que los consumidores nacionales están comenzando a valorar con su fuerza de compra. Este escenario de creatividad aporta a otorgarle valor al bosque y su madera, así como acercar a la opinión pública hacia la idea del cambio climático en torno al sector forestal chileno.
Por otra parte, se requiere un cambio cultural para que la ciudadanía tome consciencia de que el bosque es uno de los principales patrimonios nacionales. En países como Suecia, Dinamarca y Finlandia, el árbol constituye un capital de culto, siendo el gran elemento constructivo de esas naciones.
En relación a su aporte al cambio climático, la madera es el único material de construcción cuyo uso ayuda a reducir el CO2 de la atmósfera, contribuyendo de esta manera a mitigar el cambio climático. Esto la convierte en la alternativa constructiva con la más baja huella de carbono. Por medio de la fotosíntesis, los árboles absorben a lo largo de su vida grandes cantidades de dióxido de carbono.
Según Isabella Plimon, directora de Tecnologías Innovadoras y Bioeconomía del Ministerio de Sostenibilidad de Austria, que visitó Chile recientemente, “un cambio hacia la bioeconomía en el mundo es la oportunidad de actuar contra el cambio climático e impulsar la economía verde a través del bosque y su madera. Ésta se fundamenta en tres pilares: un aumento de la eficiencia de los procesos productivos, el aprovechamiento pleno de todos los recursos renovables, incluyendo sus materiales de desecho a través del reciclaje de los mismos, y el uso al máximo las fuentes de energías limpias”.
Por tanto, en Chile existe una oportunidad a través de su recurso forestal de 17 millones de hectáreas, siendo el 86 por ciento bosque nativo. Las áreas silvestres protegidas alcanzan el 19 por ciento del territorio nacional, existiendo seis veces más bosques naturales que plantaciones.
Por su parte, el consumo de madera en trozas, es decir, pulpa, madera aserrada, tableros y chapas, astillas, y otros, se ha elevado desde 26 mil m3 en 2010 a más de 40 mil m3 en 2017, de acuerdo a Infor. En relación a la elaboración de valor agregado, en los últimos años algunas empresas han comenzado a desarrollar innovación de productos, creando nuevos revestimientos, cielos reciclables e hidrófugos y el verdadero boom del mercado que son los pisos de madera, revolucionando la oferta con superficies exteriores de más de 100 años de durabilidad y sin deformaciones.
La demanda está forzando a las empresas medianas y pequeñas hacia el diseño de soluciones desafiantes que los consumidores nacionales están comenzando a valorar con su fuerza de compra. Este escenario de creatividad aporta a otorgarle valor al bosque y su madera, así como acercar a la opinión pública hacia la idea del cambio climático en torno al sector forestal chileno.
0 comentarios: